Del 30 de octubre al 7 de noviembre de 2009 se celebró en Rute un homenaje a la cabra y a los cabreros que tuvo como epicentro la figura del poeta cabrero MIGUEL HERNÁNDEZ. Estos actos fueron organizados por la Asociación para la Defensa del Borrico (ADEBO), cuyos responsables, Pascual Rovira y Francisca Caballero, me invitaron a participar en el evento. El viernes 30 de octubre participé en un taller y lectura de poemas de Miguel con mis alumnos y compañeros del Colegio Rural "Blas Infante", con el rapero El Chojín y el pintor y poeta de Iznájar Antonio Quintana, autor de los carteles de las jornadas, uno de los cuales aparece al principio de esta entrada. Este mismo día se inauguró una original escultura de José Cano Mancilla titulada "El niño cabrero" que representa a Miguel adolescente escribiendo en el lomo de una de sus cabras.
El sábado 31 participé a título particular en un acto en el que se nombró arriero de honor al poeta de Orihuela, al que asistieron la poeta ruteña Ángeles Mora y su marido Juan Carlos Rodríguez, catedrático de la Universidad de Granada y gran conocedor de la vida y obra de Miguel Hernandez, la nuera del poeta, Lucía Izquierdo y su hija, varios cabreros de la zona, los alcaldes de Rute y de Carcabuey y la Banda de Música de Rute que puso el colofón al acto estrenando el pasodoble "Lucerito", composición de su director, Miguel Herrero.
Mi aportación fue el poema "ELEGÍA A DIANA", que escribí especialmente para el evento. Lo leí ese día y volví a leer un par de estrofas el día 7 de Noviembre en el progama de la COPE "Agropopular" con César Lumbreras, que se emitió desde el salón "La cuadra", sede de ADEBO.
Lo que sigue es una introducción al poema a modo de recuerdo de Miguel y a lo que significaban las cábras en la vida de mi infancia, y el poema en sí se encuentra en la entrada anterior a ésta.
HOMENAJE A MIGUEL HERNÁNDEZ, A
Rute, sábado, 31 de octubre de 2009
Desde que tuve noticia de esta feliz iniciativa de ADEBO del HOMENAJE A
Y Miguel porque en aquellos tiempos de apertura democrática, sonaba su nombre, yo creo que más que ningún otro, como la voz del poeta del pueblo al que muchos grupos y cantautores folk ponían música en aquellas canciones protesta que tanto se nos pegaban a la oreja allá por los felices 70 y 80 (no fue antes del diluvio por poco, pero sí quizá antes de la sequía, de del campo y de la de las ideas y los ideales, los ideales seguramente nos los fumamos todos entonces y por eso ahora nos vemos inmersos en el huerto del pragmatismo y el utilitarismo global y globalizado, que digo yo que por ser globo cualquier día tendrá que reventar si es que no lo ha hecho todavía)... Grupos como Jarcha o los Lobos y artistas como Serrat, Víctor Jara o Joan Báez que yo recuerde, nos enseñaron
"Umbrío por la pena, casi bruno, /porque la pena tizna cuando estalla, / donde yo me hallo no se haya / hombre más apenado que ninguno"....
"Como el toro te sigo y te persigo, / y dejas mi deseo en una espada, / como el toro burlado, como el toro"...
"Por tu pie, la blancura más bailable, / donde cesa en diez partes tu hermosura, / una paloma sube a tu cintura, / baja a la tierra un nardo interminable" ....
Te me mueres de casta y de sencilla... / Estoy convicto, amor, estoy confeso / de que, raptor intrépido de un beso, / yo te libé la flor de la mejilla...
Como el mar de la playa a las arenas, / voy en este naufragio de vaivenes, / por una noche oscura de sartenes / redondas, pobres, tristes y morenas...
Ser onda, oficio, niña, es de tu pelo, / nacida ya para el marero oficio; / ser graciosa y morena tu ejercicio / y tu virtud más ejemplar ser cielo...
Me llamo barro aunque Miguel me llame. / Barro es mi profesión y mi destino / Que mancha con su lengua cuanto lame...
Eres la noche, esposa: la noche en el instante / mayor de su potencia lunar y femenina. / Eres la medianoche: la sombra culminante / donde culmina el sueño, donde el amor culmina...
Hablo, y el corazón me sale en el aliento. / Si no hablara lo mucho que quiero me ahogaría. / Con espliego y resinas perfumo tu aposento. / Tú eres el alba, esposa. Yo soy el mediodía...
Con el amor a cuestas, dormidos y despiertos, /seguiremos besándonos en el hijo profundo. / Besándonos tú y yo se besan nuestros muertos, / se besan los primeros pobladores del mundo...
He poblado tu vientre de amor y sementera, / he prolongado el eco de sangre a que respondo / y espero sobre el surco como el arado espera: / he llegado hasta el fondo...
Bien, perdonadme el popurrí casi improvisado, pero la fuerza semántica y sentimental de Miguel siempre me estremeció y muchas veces me puso a escribir también, yo tenía en mi habitación quinceañera un póster de Miguel Hernández que luego se perdió como tantas otras cosas, y ese póster tenía el mismo retrato que hoy preside este homenaje; el muelle vencido del tiempo se dobla de mis quince años a los casi cincuenta de ahora. A mis quince años me gustaba pintar la silueta de
Así que brevemente os cuento que empecé a escribir este poema en forma de diálogo con una cabrita blanca que ellos tenían y que iba a ser la mascota de las jornadas. Se llamaba Diana, y digo se llamaba porque por desgracia pocos días después la cabrita enfermó y murio sin remedio, con lo que el diálogo se tuvo que convertir necesariamente en una elegía que empieza recordando a aquella otra que el poeta de Orihuela hiciera a su amigo Ramón Sijé. El tono elegíaco me pedía el arte mayor, pero a la vez quería recordar con ella las estrofas de cinco versos o quintillas de los troveros de
El poema se encuentra en la entrada anterior a ésta y con el mismo título
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