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BIENVENIDOS, LECTORES NAVEGANTES, al blog del poeta a ratos ganados, JOSÉ PUERTO CUENCA. Recojo aquí mi trayectoria literaria, paseo distraído más que carrera, que consiste mayormente en los recitales a los que he asistido y las publicaciones y antologías en las que he participado. Es bien recibida toda persona que entre a ésta su casa con la sana y decorosa intención de leer y conocer mi obra; como tú querido lector serás una de ellas, pasa, acomódate y sirvete a tu gusto... Sólo te pido que si difundes o copias no dejes de citar mi autoría como es de ley. Gracias por la visita y si te gusta y te apetece aparecer como seguidor en la cabecera no te prives.


lunes, 7 de febrero de 2011

LA PAZ BIEN ENTENDIDA EMPIEZA POR UNO MISMO

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El siguiente poema es el primero que publico en la revista SAIGÓN, en el número 16 que se presentó el pasado sábado 5 de febrero en la biblioteca municipal de Lucena, donde tuve la ocasión y el gusto de leerlo; y donde leyeron también  Tomás Illescas como ganador del premio de poesía convocado por NAUFRAGIO el año pasado, Ramón Gómez del Moral, de la asociación sevillana "ITIMAD" en nombre de José Bravo, ganador del premio de microrelato, Agustín Pérez, también miembro de Itimad, Antonio Llamas, Lidia Martínez y Marta Granados
El acto estuvo presentado por Manuel Guerrero, director de Naufragio y contó con la presencia de Manuel Lara, concejal de cultura de Lucena y Carmen Güeto, concejala de juventud de Cabra; y con el acompañamiento musical de Solomía y Oksana Antonyak. Este número está dedicado a la paz y recoge poemas y relatos muy variados sobre el tema, para lo cual remito a la página de actividades de la Asociación Naufragio, a la que, dicho sea de paso, me satisface pertenecer desde principios de año.



¡QUE VIENE EL CORDERO!

“Yo vivo en paz con los hombres
y en guerra con mis entrañas”
Antonio Machado
“If neither foes nor loving friends can hurt you…”
Rudyard Kipling

De pequeño me asustaban
con los hombres del saco, con los asombros,
con los destripadores y los chupasangres.
Me enseñaron a desconfiar de extraños,
a temblar imaginando las garras y los dientes
y el aliento caliente y ansioso del lobo…
Aprendí a leer temiendo al lobo ladino
que engañó a aquella niña encendida,
redicha y atolondrada,
que picoteaba en todas las flores;
y al lobo soplagaitas que lanzó
la primera burbuja inmobiliaria
contra aquellos tres cochinos
aprendices de arquitectos; a temer
la amenaza del lobo de Pedro y el lobo
y hasta a los lobos amaestrados
de Felix Rodríguez de la Fuente…
Y soñaba con mi madre cosiendo
una barriga lobuna  rellena de peñascos.
¡Quien sabe si de haberme abandonado
yo hubiese fundado alguna ciudad
eterna, mamando el calostro de la audacia
en las ubres orondas de alguna recia loba!...

Cuando me hice mozo me enseñaron
a atrancar la cabeza si el vecino
atrancaba la linde, a pintar de rojo
mis olivos y las alas de las palomas,
a poner rejas y mallas y candados
en las ventanas, en las miradas, en los bolsillos…
Y después me secuestraron, me metieron
en un traje caqui para jugar a la guerra,
me plantaron de centinela alerta
ante el inminente ataque del enemigo;
me hicieron gastador y me adiestraron
tirando balas y granadas, tiroteando
un año largo de días y horas de desidia …
A tiros y a tortas acabaron por convencerme
de que al son de la Marcha de Infantes
me había hecho todo un hombre
de valor supuesto y en mi puesto…

Nadie me advirtió que el enemigo
me acechaba en casa, nadie
que el miedo marcial al enemigo
había tejido una maraña lóbrega
de zarzas y de espinos en mi pecho,
que me creció una tupida almáciga
de dientes y de garras en la boca del estómago…
Es por eso que llevo media vida,
arrancando en mi jardín secreto
esas hierbas bélicas, esas púas izadas
que cuando rebrotan me transforman
haciéndome lanzar cuchillos por los ojos
y escupir candela por la boca…
Llevo media vida, medio hombre llevo
esputando  en vuestras caras asombradas
al temible enemigo que aposento…

He perdido ya muchas batallas
pisoteando flores, degollando pájaros,
tirando sombrajos y apagando hogueras
de hogares abiertos y de huertos cándidos,
pero confío en ganar esta íntima última guerra
antes que se me cumpla el plazo de una vida…
Llevo años labrando valor, agolpando firmeza,
aquilatando escudos de algodón,
rearmándome de sables transparentes,
de fusiles de luz y, os lo diré en secreto…,
pero a falta de que me cuadre la última ecuación,
tengo casi montada mi bomba atónita privada
trazadora de calma y mansedumbre en racimos
para desencarnar a nuestros enemigos,
para rematar mis lobos y los vuestros,
para revivir nuestros corderos dormidos…

Ya casi nadie que me hiera podrá hacerme la herida,
y casi siempre que os ataque, notaréis abrirse
en vuestro pecho una hemorragia blanca…


4 comentarios:

  1. Magnífico poema, espero tener pronto la revista para leerlo en papel.

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  2. Gracias Manuel, gracias Conrado. Me alegro de que os guste, gracias por leerme.

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  3. Querido José:
    Acabo de leer tu hermoso e íntimo poema. Una manera exquisita de transmitir paz.

    Un abrazo.

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