En los pasados días 4 y 5 de diciembre asistí a una convivencia familiar y Vigilia de la Inmaculada, invitado por la Comunidad Franciscana de Lucena. La reunión se realizó en el Monasterio de Santa Clara de Belalcázar (Córdoba), un lugar especial e impresionante, tanto por la historia y el arte que encierra, como por mantener vivo el espíritu de Francisco y Clara de Asís. Sin duda, sus piedras transmiten una energía especial que impone respeto y devoción y, aparte de nutrir el alma, se puede endulzar el estómago con los ricos dulces que fabrican las hermanas clarisas. (Para conocer esta comunidad de las Clarisas de Belalcázar, picad en la foto):
Fue una corta pero intensa estancia en el monte Tabor, dos días entrañables de esos que se recuerdan siempre y de cuyas vivencias salió el poema que sigue a continuación y que publico aquí a modo de felicitación navideña, o algo parecido. Me ha salido en pareados, una forma poética que habrá a quién le parezca un tanto primitiva; confieso que lo he hecho con un regusto alevoso porque el ambiente me llevaba a recordar y conectar con la poesía religiosa medieval, con esa poesía devota de la Virgen como la que hizo Gonzalo de Berceo.
Fue una corta pero intensa estancia en el monte Tabor, dos días entrañables de esos que se recuerdan siempre y de cuyas vivencias salió el poema que sigue a continuación y que publico aquí a modo de felicitación navideña, o algo parecido. Me ha salido en pareados, una forma poética que habrá a quién le parezca un tanto primitiva; confieso que lo he hecho con un regusto alevoso porque el ambiente me llevaba a recordar y conectar con la poesía religiosa medieval, con esa poesía devota de la Virgen como la que hizo Gonzalo de Berceo.
¡Gloria a Dios en las alturas
y Paz en la Tierra
a los hombres de buena voluntad!
¡Paz y Bien!
ADVIENTO EN SANTA CLARA
(Dedicado a la Comunidad Franciscana de Lucena)
Santa Clara me llama lejana
por voces familiares, cercanas,
me llama, me señala, me lleva
a su bello alcázar en la sierra,
me acoge, me hospeda, me convida
y me muestra mi casa encendida,
escondida y guardada en abrigo,
de donde ha tiempo que ando perdido.
Santa Clara, para desarmarme,
me abre los brazos, quiere mostrarme
su refugio lejos del erebo
en brazos de unos hermanos nuevos,
sonrientes bengalas serenas
que me encienden la luz y la cena
sencilla, limpia, del Nacimiento.
Santa Clara, con su ofrecimiento,
quiere que arme el belén y le ponga
encima una chispa blanca y blonda
de ojos niños brillando en la niebla
y en la mohosa humedad que la puebla;
una estrella niña que me enseñe
danzas del rey David, que se adueñe
de mis ojos, que encienda agujeros
en la noche y despeje el sendero,
una chispa viva que me prenda,
me desprenda, me toque y me aprenda
a esperar, a adventar, a aventar
en diciembre mi agosto, a mudar
y a perder las capas que me sobran,
a quedar desnudo cual la pobra
blanquiazul Teresa de Calcuta,
la Santa Pobreza resoluta
que sabe del verdor del desierto,
y ve a Dios en mitad del estiércol.
Santa Clara, que no Santa Claus,
el viejo rechoncho del ¡jau jau!
que derrocha caprichos turgentes…
¡Santa Clara, Vida Transparente!
Santa Clara… me prende la chispa
del saber el porqué Dios me cría
para perla preciosa y perfecta
que debiera brillar descubierta;
del saber el porqué Dios me poda
para mástil erguido en la roda
y el porqué balancea mi vida
con precisión fiel y con justicia.
Me ha traído a celebrar los años
y los versos, el aniversario,
de aquel niño desnudo y radiante
en la negrura fría, ese infante
y este niño gordo, avergonzado
de nacer en mitad del mercado,
arrullado con son de monedas
y mecido en banquetes sin veda
que se nutren del hambre y del frío
de quienes nacen en el olvido
sin calor ni sonajas ni sándalo,
bajo el palio de cínico escándalo
de los arcos de luz navideña
al raso de una calle cualquiera.
Santa Clara, ¿hasta cuando la orgía?
¿Hasta cuando esta falsa alegría
que nos llena de caudales vanos
y nos deja vacantes las manos?
¿Cuándo será que cambie la historia
y aprendamos a sembrar la gloria
celestial y amasarla en la Tierra?
¿Cuándo el pan que la Claridad encierra
saciará los ojos y las hambres?
¿Cuándo el Bien y la Paz en la sangre
curarán nuestra crónica anemia?
¿Cuándo el Amor será una epidemia?
Santa Clara… ¿cuándo es el reinado
del Verbo nacido y encarnado?
...
Hola. Paso a saludarte desde Literatura en Priego y a desearte unas felices Fiestas Navideñas. Hace poco alguien que no recuerdo en estos momentos, me recomendó tu blog porque yo también amo la poesía...
ResponderEliminarUn saludo.
(Espero que alguna vez tengamos la oportunidad de conocernos en persona)
Enhorabuena por el poema, amigo José. Es lírico y me agrada la rima en pareado.
ResponderEliminarAunque nos veremos antes, que quede registrado también aquí: feliz año.